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SUPREME: Hypebeast Killa'


La firma de ropa urbana acaba de cumplir 24 años como objeto de un culto que no tiene nada de casual.

Un británico emigrado a Nueva York, James Jebbia, fundó la marca en 1994. Jebbia conocía bien el mundo del skate y su parafernalia tras trabajar en Stussy y Union y sabía que había un target entregado, obsesivo y dispuesto a gastar un porcentaje absurdo de su sueldo en ropa, siempre que fuera la ropa adecuada. De hecho, en Highsnobiety, existe un foro perpetuo dedicado sólo a la marca y en la que los acólitos calculan lo que ganan y cuántas prendas Supreme pueden comprar al mes.

La idea de Jebbia era crear ediciones limitadas de cada prenda para que la demanda superase ampliamente a la oferta, y convertir cada producto, en un objeto de deseo. Con el logo, ya dejó sus intenciones claras. Era icónico, fácilmente reconocible…y un plagio. Se “basó” en los cuadros de la artista conceptual Barbara Kruger que, durante años mantuvo el silencio sobre esta apropiación que no le ha reportado un solo dólar, pero el año pasado declaró a la web Complex que los de Supreme eran “una ridícula pandilla de tíos nada cool”.

Posteriormente, la marca ha mantenido ese flirteo con el arte contemporáneo y ha colaborado con artistas como Odd Future o Tyler the Creator y con otras marcas, tipo Nike, Vans, Clarks, The North Face y Comme des Garçons.

Cada vez que sale a la venta una nueva colección de la marca, pasa lo mismo que con las colaboraciones estelares de H&M: se forman colas a las puertas de sus tiendas y, a los pocos minutos de empezar la venta física, las prendas se agotan y empieza la escalada de precios en internet. De hecho, hay individuos que viven exclusivamente de revender Supreme. Pagan unos 50 dólares a chavales para que hagan cola, compran tantos productos como sea posible y las revenden.

Algunas empresas reclaman lo que es suyo pero la mayoría entra en el juego. No interesa llevarles a juicio por 100 camisetas.

El sistema Supreme se basa en el truco capitalista de la “escasez artificial”. Por supuesto que Supreme producir 50.000 camisetas más, pero entonces se perdería la magia. Un clásico de Supreme, por ejemplo, es tomar un logo conocido y reapropiárselo sustituyendo el texto pero manteniendo el diseño. La creadora de la marca Married to the Mob, creó una serie de camisetas con el logo “Supreme bitch”, en blanco sobre rojo. Jebbia la llevó a los tribunales reclamándole 250.000 dólares. Finalmente ambas partes llegaron a un acuerdo externo: McSweeney podía seguir usando las palabras “Supreme bitch” pero no en la tipografía Futura Heavy Oblique, la característica de la marca…y del arte de Barbara Kruger.

Cuando se abrió la primera tienda Supreme en 1994 en el Soho de Nueva York, se hizo famosa por dos cosas: se podía entrar directamente patinando y los dependientes eran tan desagradables que perseguían a los clientes amenazándoles con que no pusieran sus sucias manos sobre el género.

''Money creates Taste''

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